Identidad digital, redes sociales, web 2.0, Internet, web social… términos ya muy conocidos para algunos, habituales para otros, pero no clarividentes para todos.
La explosión del acceso a los medios sociales por parte de los agentes comunicativos (personas, empresas, marcas, productos…) está llevando a la diversificación de los usos de las herramientas… ¿pero existe un paquete básico de herramientas a utilizar? ¿todas las empresas deben manejar todos los canales? ¿es necesario que exista la figura de un responsable de comunidad, un dinamizador, o un director de medios sociales?
Pues como todo en la vida, depende. Depende del tipo de empresa, del tipo de marca, del tipo de comunicación que realiza el cliente… es decir, depende de un análisis previo de conocimiento y reconocimiento de la situación para poder crear una estrategia concreta y adaptada.
Eso sí ¿sabe nuestro cliente qué es identidad digital? ¿Conoce el uso de la web social? ¿Es consciente de los beneficios que puede traerle? o mejor aún ¿sabe de la importancia de su implicación en los procesos de comunicación en Internet? Si la forma de comunicarnos hacia fuera ha cambiado, la manera de trabajo con nuestros clientes también ha sido modificada. No vale únicamente el yo te lo hago, es imprescindible el valor añadido de “te enseñamos” a hacerlo por varias razones fundamentales:
- La identidad digital es el conjunto de rasgos que caracterizan a un individuo o colectivo en entornos online. Necesitamos la colaboración real con nuestros clientes para aportar definición, estrategia y orden a lo que él, su empresa, su producto… es, son y serán en la Red.
- No podemos suplantar la voz de otros en la Internet. Podemos ayudar, guiar, investigar, gestionar e incluso dinamizar, pero quien más sabe de uno mismo o de su venta es el propio cliente, con el que debemos generar una relación de confianza plena que facilite la transmisión de información.
- Para reconocer las posibilidades reales de la importancia de la forja de una identidad digital se requiere conocer qué tipo de herramientas existen, cómo trabajan los usuarios de Internet, qué tendencias emergen en los mercados, cuáles son las novedades en materia de comunicación en la Red, incluso cómo se escribe para Internet (aquí podemos encontrar www.manualdeestilo.com un trabajo de la Fundêu BBVA en Creative Commons)… y esa es la labor de las agencias y consultoras de comunicación. Los clientes saben de sus mercados, de sus productos, de su competencia… son expertos en sus áreas de trabajo, y deben seguir en ese espacio para hacer crecer su negocio. Sin embargo, para exprimir al máximo ese expertise y convertirlo en parte de su identidad necesita aprovechar la comunicación adaptada a él, un proceso de reflexión en el que los expertos en comunicación son la vista, el oído y las manos de sus clientes.
¿No parece entonces que para crear identidades se necesita la creación de un equipo entre empresa y comunicadores? Y ese equipo puede comenzar por la formación, por el trabajo común de definirnos, de mostrar las posibilidades, de adaptarlas a las necesidades reales de la marca (personal o empresarial), de mostrar cómo se comunica y cómo deben resolver las conversaciones en línea según su propia identidad.
La formación en comunicación, y sobre todo en entornos digitales, es una relación win-win para empresas y comunicadores. Unos no pueden vivir sin otros, se necesitan, pero requieren más aún de una sólida relación que comienza a forjarse a través de la formación en nuevos ámbitos. El entorno digital es uno de ellos, quizá por el auge que está tomando en la actualidad, pero son muchos más en los que debemos formar a nuestros clientes desde cosas como el aprovechamiento de la “movilidad”, la Ley de Protección de Datos, las aparición de nuevas definiciones de públicos alrededor de su comunidad… etc.
Comunicamos formación, y formamos para comunicar. Si nosotros enseñamos a nuestros clientes, aprendemos de ellos. Solo hay que crear la oportunidad.
imagen extraída de la infografía de RedWriteWeb